Pero los sueños se rompen en pedazos cuando se tropiezan con la realidad, porque la realidad a menudo es distinta a como uno cree que es. Las personas no son lo que parecen ser, ni las relaciones. Y mucho menos los sueños. Y esa realidad es la que se encarga de ponernos a cada uno en nuestro sitio. Lo que uno cree que es negro, mañana puede ser blanco. Y lo que uno cree que es blanco, probablemente sea de todos los colores del arcoiris.
miércoles, 23 de marzo de 2011
Sueños
Cuando somos niños soñamos con cosas pequeñas, sencillas. Un helado de fresa, una muñeca que llora y hace pis, o esa bicicleta que tiene el vecino del 4º.
Cuando nos hacemos mayores, nuestros sueños cambian con nosotros, y se vuelven más complejos, igual que nosotros... Y de repente la muñeca de trapo se convierte en un vestido rojo con el que cruzar un océano a 10 mil metros de altura para deslumbrar a tu marido en un viaje sorpresa.
Pero los sueños se rompen en pedazos cuando se tropiezan con la realidad, porque la realidad a menudo es distinta a como uno cree que es. Las personas no son lo que parecen ser, ni las relaciones. Y mucho menos los sueños. Y esa realidad es la que se encarga de ponernos a cada uno en nuestro sitio. Lo que uno cree que es negro, mañana puede ser blanco. Y lo que uno cree que es blanco, probablemente sea de todos los colores del arcoiris.
Pero los sueños se rompen en pedazos cuando se tropiezan con la realidad, porque la realidad a menudo es distinta a como uno cree que es. Las personas no son lo que parecen ser, ni las relaciones. Y mucho menos los sueños. Y esa realidad es la que se encarga de ponernos a cada uno en nuestro sitio. Lo que uno cree que es negro, mañana puede ser blanco. Y lo que uno cree que es blanco, probablemente sea de todos los colores del arcoiris.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Es verdad...pero todo en la vida es aprendizaje....
ResponderEliminar