En el instituto, en cuarto curso, nos explicaron la teoría de un sociólogo, un tal Maslow, que decía que todos buscamos las mismas siete cosas en la vida. Él lo llamó la jerarquía de las necesidades humanas. Lo primero que buscamos es la supervivencia; la salud que nos permita seguir viviendo. Lo segundo es la seguridad, sentirnos protegidos, a salvo en nuestra casa. Después está el amor. Según Maslow nadie puede vivir sin tener amor o sin buscar el amor. La cuarta es el respeto; que los demás valoren lo que hacemos, nuestras decisiones, aunque nos equivoquemos. Le sigue la necesidad de entender, de conseguir explicar por qué la gente toma decisiones que nos duelen. La penúltima necesidad humana es la estética o espiritual, sentirnos parte de algo especial y único, el plan perfecto de nuestras vidas. Y la última, la autorrealización; intentar encontrar nuestra auténtica naturaleza; lo que somos realmente. Hace cuatro semanas, dos días y diecisiete horas que Lucas se marchó a La Carolina para convertirse en agente del CNI. Maslow diría que está llevando a cabo la séptima de las necesidades humanas, pero Maslow no tiene ni idea de lo que es despertarse abrazada a el, así que se puede meter su teoría por donde le quepa. Porque lo único que buscamos todos en la vida, lo único, es ver a la persona que queremos cuando abrimos los ojos por la mañana
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